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ejemplar "en la tienda de un judío de los miserables barrios de Clare Market" (el texto latino, con diagramas,
encuadernado en "cuero grueso y con cierres de latón"); al comprarlo (a un precio de saldo), se da cuenta de
que "el viejo y enjuto levita" ríe entre dientes de forma preocupante; no está claro si lo hace porque es un
"levita" o porque sabe. En el segundo fragmento (The Book), se encuentra un ejemplar "en un lugar poco
iluminado cerca del negro y oleoso río donde siempre se arremolina niebla". "No fue la imprenta, sino la
mano de algún monje medio enloquecido la que trazó estas ominosas frases latinas en unciales (3) de
impresionante antigüedad" (quizá una referencia a la traducción de 1228). El narrador es lo suficientemente
estúpido para salmodiar en voz alta un encantamiento del "libro prohibido"... con los terroríficos resultados
habituales.
El Necronomicon hace su primera aparición en The Nameless City (1921), donde se menciona el pareado de
Donne, y se identifica al autor (sin nombrarlo) como un "loco árabe", un "poeta loco". En The Hound
(1922), se nombra a Abdul Alhazred. The Festival (1923} presenta "la perdida traducción de Olaus
Wormius" y dice algo acerca del contenido del Necronomicon: contiene "una idea y una leyenda demasiado
horribles para la cordura o el buen juicio", forma parte de un "horrible ritual" y esta claramente escrito en un
estilo alusivo y alegórico: "Porque es un antiguo rumor que el alma comprada por el diablo no se avivará de
un barro carnal, sino que engordará y mandará al mismo gusano que la roe; hasta que de la corrupción
emerja una hórrida vida, y los tristes carroñeros de la Tierra se harán astutos para vejarla y hacer crecer
monstruos que la infesten...".' El narrador lo comprueba otra vez con la "copia cuidadosamente protegida en
la biblioteca de la Universidad Miskatonic". En The Call of Cthulhu (1926), el pareado de Donne se repite
en el extraño encantamiento ritual "Ph nglui mglw nafn Cthulhu R lyeh wgah nagl fntagn" que traducido de
forma aproximada (cierto es que por "un mestizo de poca categoría ', significa: "En esta casa de R lyeh, el
difunto Cthulhu espera soñando". El Necronomicon se menciona al lado del Golden Bough de Frazier y el
Witch-Cult in Western Europe de Murray, y se nos dice que contiene "dobles significados... que el iniciado
puede leer como quiera". The Case of Charles Dexter Ward (1927-1928) habla de otro ejemplar que se halla
en una colección particular, esta vez en una equivoca encuadernación, "un fino volumen llamativamente
rotulado como el Quanoon-é-Islam". De The Dunwich Horror (1928) recogemos que unos "pocos
ejemplares" en varias traducciones se han conservado en bibliotecas de universidades, incluida la
Miskatonic. The Wisperer in Darkness (1930) distingue el contenido del Necronomicon del "fantástico saber
de ocultación que la gente insignificante ha popularizado por medio de la magnífica ficción de horror de
Arthur Machen"; habla de "los espantosos mitos que preceden a la venida del hombre a la Tierra... aludidos
en el Necronomicon"; menciona "mundos de entes Mayores y del más allá sólo adivinados en la forma más
vaga por el enloquecido autor del Necronomicon"; y describe "el monstruoso caos nuclear que está más allá
del espacio visible, caos disimulado misericordiosamente por el Necronomicon bajo el nombre de
Azathoth". En The Mountain of Madness í1931), cada descubrimiento empírico que se anuncia va apoyado
por una resumida referencia al Necronomicon; esto ayuda al lector y al narrador a situar dichos
descubrimientos aleatorios en el contexto general de los Mitos. Así, la primera mirada a los yermos
antárticos recuerda al narrador las "extrañas y perturbadoras descripciones de la nefastamente legendaria
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Mundo Desconocido: El Necronomicon
meseta de Leng que se presentan en el espantoso Necronomicon... Más tarde lamenté no haber examinada
nunca aquel monstruoso libro en la biblioteca del colegio".. Un mensaje radiofónico al campamento base
sugiere que la "disposición (de los fósiles) recuerda a unos de los monstruos de los mitos primarios,
fabulados específicamente en el Necronomicon como Seres Mayores". El siguiente descubrimiento incita al
autor a referirse de nuevo a la "perversamente afamada meseta de Leng", para lamentar que "yo nunca había
leído el abominable Necronomicon" (quizá éste había hecho de él un hombre impresionable), y a añadir que
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